Es curioso ver hasta qué punto somos instrumentos del destino.
En 1571 Jerónimo Luis de Cabrera es encomendado por el virrey Francisco de Toledo, para fundar tierras en nombre de la corona, en Salta y Santiago del Estero. Sin embargo él va hacia el sur, y en el valle de Quisquisacate funda en 1573 (6 de julio) la ciudad a la que llama Córdoba de la Nueva Andalucía por el parecido con esa región de España.
Esto le vale el cuello literalmente. Gonzalo Abreu de Figueroa, llevado por la codicia al ver la riqueza del lugar, busca como pretexto la desobediencia para apresarlo, llevarlo a Santiago del Estero y decapitarlo.
Es un precio justo por semejante proeza. Córdoba bien vale perder la cabeza.
Sin duda creo que el destino de Cabrera fue dar "forma" a esta región tan maravillosa, por la que vale la pena morir, y en la que es una gloria vivir.
Córdoba no es solo una ciudad y un territorio provincial maravillosos, sino la cuna de la cultura nacional, fuente de inspiración y formación de muchas de las mentes más ilustres del pensamiento nacional. Aun hoy, en el ocaso cultural de la Argentina, Córdoba sigue siendo un cóndor parado en el corazón del país, aglutinando el federalismo y manteniendo como bastión la identidad nacional, que estamos perdiendo en otros lugares del territorio nacional, empezando tristemente por la Capital Federal.
Este paraíso fue, mucho antes que la "visita" española. Hay registro de la existencia de vida de hace 6000 años aproximadamente: la cultura Ayampitín y posteriormente la Comechingones fueron los primeros habitantes de esta zona, quedan sus huellas en los morteros cavados en las rocas para moler granos y las numerosas cuevas que les servían de refugio . Es todo un ejercicio mental pensar qué hubiese sido sin los españoles. En el cerro Uritorco hay una zona llamada Pampa de los Espíritus porque se dice que aborígenes de la zona, asediados por los conquistadores, se arrojaron al vacío por no caer prisioneros; aún hoy se escucha aullar en medio del silencio, a las almas que quedaron para toda la eternidad a custodiar ese lugar sagrado. Tanta cultura, creencias, firmeza de espíritu y valentía también hubiesen sido dignas de preservar.
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